diumenge, 20 de gener del 2013

Un modelo social del futuro: (II) Relaciones Personales

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delaepicentru.com (2013)



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Querida lectora o lector: 

(...sí, otra vez :-D , texto del futuro al canto, jeje... ; ¡ah!, y recordad que, en ese texto, el genérico es el femenino, y no el masculino como actualmente, no os llaméis a engaño o engaños con ello ;-)... )  



Muchas más cosas del orden social han cambiado radicalmente desde vuestra época a la actual. Por ejemplo, hace siglos que desapareció toda legislación o refrendo institucional a cualquier forma de mutua y voluntaria unión entre los individuos, por entenderse que sobre cosas tan íntimas y personales era absurdo legislar

Así, y sin que exista ni se necesite para nada respaldo legal alguno, desde entonces la gente se pudo y se puede libremente unir, y de hecho está unida, por parejas, por tríos, en matrimonios por grupos, en comunas, en clanes, en anillos sindiásmicos o en rondas, por citar solamente algunas de las formas y niveles de compromiso más habituales, pudiéndose además simultanear la pertenencia a diversas de estas formas de unión, porque son de distinto nivel. 

En vista, entre otras cosas, de vuestros propios errores, en el nuevo modelo social no tuvieron cabida las reaccionarias pretensiones, tan arraigadas en los tiempos previos a la ReEvolución, de permanecer firmemente aferradas al nefasto planteamiento de mantener la pareja monogámica, o a lo sumo monogámica sucesiva, como único modelo posible y legalmente vigente, mucho más allá de lo que podían aconsejar tanto el buen sentido como el haberse alcanzado ya el éxito en lo de reproducirse, haciéndose preciso por tanto, como ya se expuso, efectuar una urgente transición hacia modelos que no tuvieran tanto éxito en tal tarea reproductora y que, por mor de ello, fueran más sostenibles que no el de todo punto imposible indefinido crecimiento de la población. 

Así que, por una vez, afortunadamente se supo escarmentar en cabeza ajena, y desde hace ya mucho tales equivocados esquemas pasaron a dios gracias a mejor vida, si bien, para ser más precisas, se ha de matizar que tan parco y pobre modelo ha quedado reservada exclusivamente para las generaciones sumamente jóvenes, mientras maduran el concepto de que, al igual que en la guardería y en el parvulario las cosas no funcionaron de verdad hasta que supieron compartir los juguetes, a lo mejor ahora también sucede exactamente lo mismo. 

¡Y vaya sí sucede lo mismo, je, je!, sólo que aquí los juguetes son, también y lo primero de todo, personas y no objetos. Bien, aclaro que, en su momento, también comprendimos que no hay problema alguno en que las personas podamos ser juguetes, siempre que ello, claro, no nos convierta en objetos. 

La desaparición de toda disposición legal sobre el matrimonio u otras formas de unión conllevó, al poder pasar la gente a casarse cuantas veces quisiera con cuanta gente quisiera, el inmediato incremento del número de personas que desearon contraer nupcias o como lo queráis llamar, sin que ello supusiese para nada trivializar tal concepto, porque solamente nos casamos (no siempre fue así) por amor, y ponemos sinceramente nuestro empeño en mantener la voluntad de siempre amar a la otra u otras personas, y la lealtad y la fidelidad las concretamos en el compromiso firme, específico e irrompible de, en el peor de los casos, nunca permitir que las rencillas, el rencor, o no digamos ya abiertamente el odio, se instalen en nuestras relaciones. 

Por otra parte, tampoco es que ahora el camino emocional hasta llegar a adquirir la debida madurez sea tan extraordinariamente sencillo, porque, salvo a las poquísimas personas que consiguen, ya de entrada en su vida, casarse con un grupo estable preexistente, a las demás nos toca recorrer el clásico itinerario de primero pensarnos que nada ni nadie igualará jamás a la persona a la que tanto creemos monogámica y exclusivistamente amar, para comprender luego que para divertirnos y crecer de verdad hemos de ser más, lo que nos lleva a apostar por formar nuestro propio y nuevo grupo. 

Y si en tal itinerario conseguimos superar la fase del trío (la más difícil de todas porque siempre todo parece ser un dos contra uno entre sus miembros, siendo de hecho el punto crucial en el que se produce el mayor número de fracasos durante la formación de los grupos), el camino que queda por delante es ya bastante más llano y sencillo y, a partir de ahí, el grupo de cinco o más componentes se suele alcanzar sin mayores problemas, y sin tanto desgaste emocional. 

Ahora bien, luego están los casos adicionales, y generalmente posteriores a los hasta ahora descritos, en el que uno o una, al margen de por supuesto mantener tanto la unidad de su propio grupo como sus enlaces personales adicionales, lo que pretende y desea individualmente es casarse de golpe con todo un grupo en principio externo al propio, y les aseguro que solamente una muy sólida construcción emocional permite el poder afrontar, con anhelo, sí, pero también con entereza y sin zozobras, tales noches de boda, en la que uno o una sabe que va a ser literalmente, o casi, devorada en masa y consumida sin remisión alguna, tanto física como emocionalmente, por los miembros de ese otro grupo que tanto nos ha atraído y con el que hemos querido de verdad formalizar otro sólido lazo múltiple. 

Al lado de ello, las esperanzas, inseguridades o temores que, en su momento, pudiera generarnos nuestro primer compromiso monogámico exclusivista de la adolescencia intermedia, nos parece ahora cosa de risa, aunque no dejó de ser una dura y difícil fase más que, en principio, a casi todas nos toca o nos tocó pasar, excepto esa minoría mencionada tan reducida como afortunada que, con edades tremendamente jóvenes, ya fueron capaces de dar tal salto directo al matrimonio con todo un grupo. 

En nuestra biotecnológicamente tan avanzada sociedad, las medidas anticonceptivas orales, anticonceptivas que no abortivas, hace mucho que alcanzaron la perfección, porque ya no hay indeseados efectos secundarios que valgan, y se suministran en sabrosos pastelitos con sabor a chocolate que se pueden consumir diariamente aunque con uno al mes habría suficiente. 

Gracias a ello, la mujer puede ahora decidir, por ciclos, si desea estar en condiciones de fertilidad o si, por el contrario, este mes tampoco quiere tener la regla sin que ello signifique que esté embarazada. Hoy solamente tienen la regla, quieras o no, las adolescentes hasta que su ciclo alcanza la adecuada regularidad, y aquellas otras que, por capricho, la quieran tener: nadie, salvo quizá alguna voluntaria vagabunda social empedernida que pueda haber por ahí. 

La pretensión de que los varones tomaran también a su vez medidas anticonceptivas está entre las cosas que más nos pasman de vuestro pasado, pues nadie comprende hoy en día cómo pudo extenderse tal polémica durante tanto tiempo, dada la supina estupidez del planteamiento. Porque no se trata ya de que, obviamente, sea y es mucho más fácil de controlar una única célula u óvulo al mes que no millones de espermatozoides cada día, sino, sobre todo, que nadie que padeciera un dolor de cabeza le sugeriría nunca a ninguna otra persona que se tomara los analgésicos en su lugar, a ver si así se mejoraba su jaqueca. 

Pues sustituyan "dolor de cabeza" o "jaqueca" por "embarazo", y con ello ya queda todo suficientemente razonado, dado que, se mire como se mire, lo que nunca será normal, ante algo problemático que a quien únicamente le puede suceder es a una, es no buscar sacarse las castañas del fuego por los propios medios. 

Bien, las paleosociólogas aseguran al respecto que la razón real de que tal polémica subsistiera entre vosotras durante tanto tiempo se debió a que, en realidad, el tema era descaradamente utilizado como una herramienta más de obstaculización al acceso al libre sexo, en esa sociedad vuestra en la que era siempre bienvenido todo aquello que valiera para desustanciar o inhibir la práctica de la más gozosa, sana y sostenible actividad a que pueda dedicarse el género humano.

Abortos, claro, ya no hay, salvo los espontáneos o los terapéuticos, cuando el embarazo representa un peligro real para la propia gestante, con lo cual nuestra sociedad se ha librado de las traumáticas contradicciones que implicaba, por una parte, la obviedad de que un ser humano es tal ser humano desde el mismo momento de la concepción hasta el de su muerte, se produzca ésta segundos, horas, días, meses o años después de la fecundación, porque qué otra cosa podía, si no, ser tal ente en crecimiento, y por otra, la necesidad, sin embargo, de no desgraciar la vida, propia y ajena, trayendo al mundo nuevas criaturas que nadie deseaba y que muchas veces ni siquiera se podrían digna y adecuadamente mantener y criar. 

La verdad, es un gran descanso el actual estatus de la cuestión, sobre todo viendo las barbaridades que sobre el tema se vertieron, como las de las científicas que, contra toda evidencia, proclamaban que el oocito solamente era humano a partir de un cierto número de subdivisiones o diferenciaciones celulares (¿y en el microsegundo anterior a tal evento que era, un huevo de codorniz?), o bien como las religiones, que aunque ellas tranquilamente sí que hubieran podido determinar que el dios de turno no insuflaba el alma hasta alcanzado cierto nivel de maduración celular, por aviesos intereses contra la felicidad humana, que no por defender la verdad, unánimemente apostaron porque aquello era "una de las nuestras" desde el momento mismo de la fecundación. 

En fin, lo dicho, un descanso el poder dejar atrás tanto prejuicio, tanta estupidez, tanto problema y tanta miseria. 


saludos cordiales. 
ET & forrest gump. 
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Año 28.251, la Luna mirando a la Tierra y a la Humanidad

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